1. Adolescentes sin valores

 Un problema social que empieza en casa.

La adolescencia siempre ha sido una parte en la vida de quien la atraviesa y de quienes están en su entorno. Es una etapa en la que se está dejando de ser niño, pero en la que aun no se es adulto, aunque se comienzan a dar los primeros pasos para una independencia y en donde se pasa por ese ineludible periodo de rebeldía contra los padres, las reglas y todo lo establecido, sin embargo, lo que antes era una fase de la vida, hoy parece ser un camino totalmente desviado de los valores del respeto propio y hacia los demás de manera permanente.

Seguramente al leer valores ya se están imaginando un choro sobre la moral, las buenas costumbres, pero más bien queremos enfocarnos a ese fenómeno social actual en el que notamos diversas escenas que por cotidianas se nos hacen normales sin que lo sean. Es así que vemos a los hijos no solo gritándoles a los padres, sino prácticamente imponiéndoles condiciones: “Me tienes que llevar a tal hora acá, así que tienes que pasar por mi o me dejas el auto”. Regañándolos por hacer algo mal: “¡Quítate! ¡No sabes nada!”. Hablándoles con palabrotas inclusive. Y si eso hace con los papás, ¿qué no se ve en otros ámbitos? . 

De las épocas en que se les reprimía en demasía y se les corregía a golpes se ha pasado al otro extremo, en donde la libertad se ha llevado a un límite negativo, lo que aunado al desinterés de los padres actuales quienes no están dispuestos a dejar sus vidas laborales y sociales por sus hijos ha generado una perdida de valores que nos está pegando de lleno a la sociedad. Si antes un ladrón robaba y se iba, hoy asaltan con violencia así le des todo lo que pide y aunque pueda parecer que no, es un ejemplo de la falta de valores.

Estamos convencidos  de que quien forma a la persona y la educa en su manera de ser son los padres; la escuela nos da cultura e información, inclusive orientación, pero nuestra manera de comportarnos ante la vida se establece en base a lo que se nos inculca como hijos.  

También en la actualidad se ha hecho creer a los hijos que están sobre la autoridad de los padres y de todo mundo.Se sienten con derecho a decirle a cualquier persona, sea familiar, maestro o autoridad que les quiere imponer un correctivo: “Usted no es mi papá –o mi mamá-”. Y cuando a los padres se les reporta, les cae en gracia y hasta se enorgullecen.Desgraciadamente, esto va formando las bases no solo para que no respeten a una autoridad ajena a los padres, sino la de sus propios progenitores.

Queda en manos de los padres pues el tener hijos no perfectos, pero si respetuosos de ellos mismos, de los demás, de su entorno, de sus responsabilidades, agradecidos de lo que se les da y que valoren lo que tienes tanto en el ámbito afectivo y personal como en el material. La sociedad que somos no es resultado de la simple modernidad, sino del cambio en la manera de formarlos en casa. Usted puede considerarse un buen padre, pero el tiempo será el mejor evaluador y el resultado saltará a la vista. 

 

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